sábado, 8 de marzo de 2014

Rotopercutora

Ahora, te quiero decir chau. Hasta luego, hasta nunca más.
Sentadita en la puerta, abrazándome las piernas, mirándome los pies lastimados por no usar medias. Es que mi papá suele gritar y mi mamá suele llorar, yo suelo guardarme toda la rabia de tener que mirar. Y no me dejan de temblar las manos, y no me dejo de aguantar las ganas de llorar porque hablan de diversión, juegan su propio infierno en torno a mis ojos.
Ya sabía que estábamos todos perdidos, que íbamos a morir tan pronto como se acabe el oxígeno, y nuestra piel de gallina era el ejemplo vivo de que íbamos a sufrir. Puedo aguantarme las ganas de llorar, en cambio, puedo cortarme simulando llorar, puedo estar horas y horas.
Me podría enamorar del encanto suspicaz de la flor más venenosa en todo el jardín de atrás, la flor más traicionera, con espinas en las venas.
Laika vamos a cantar, una canción sobre la muerte y su amor sobreviviente. La muerte no pudo obviar su amor por el alma que debía cosechar y tuvo que suicidarse recordando que muerta ya estaba, aniquilando su instinto animal. Las ráfagas de violencia con las que se solían manejar, las lloviznas de odio que podíamos tocar, los ríos profundos que amábamos acechar.
Te sigo, no desesperes, te sigo hasta en lo profundo del océano. Si soy perro de lluvia que busca un techo que no lo lastime y que lo alimente con amor, un perro de lluvia con huesos de cartón. Cartón mojado, acumulado. Una vez quise negociar, pedía las manos del diablo para poderme ahorcar, a cambio le daba mi piel, para que se haga un tapado de animal. Porque coleccionaba decepciones, y cantaba historias, masticaba caramelos de extraños encontrados en alguna calle de La Boca. Tomaba agua del Riachuelo y la convertía en oro, aspiraba la cocaína como fuese nada más que un poco de polvo levantado por las escobas de la calle. No podía negar, que tenía su encanto escultural, algo menos sobrio pero más fino, no tan decadente pero aún así con un poco de estilo, nada tan prostituido como la cruda realidad. Eramos odio que no se podía cosechar.

1 comentario: